"Háblame, oh Musa, y cuéntame del hábil varón que en su largo extravío, tras haber arrasado la

sagrada ciudadela de Ilión, conoció las ciudades y el ingenio de innumerables gentes".

Homero
, Odisea, Canto I



viernes, 12 de noviembre de 2010

De la niñez, Saturno y sus anillos.


Tuve la suerte de nacer justo en el comienzo de la época dorada de la exploración del sistema solar. Aquel mismo año, 1972, vio el final del programa lunar, cuando casi exactamente a la medianoche del 14 de diciembre despegaba de la superficie de nuestro satélite la última tripulación que lo ha visitado hasta el día de hoy. Y con ella se apagaban los últimos rescoldos de la carrera espacial, ese modo de entender la exploración del espacio como una mera disputa de supremacía geoestratégica.

Callaron la propaganda y la política y empezó a hablar la ciencia; el 3 de marzo de 1972 la NASA lanzaba la Pioneer 10, el primer objeto lanzado por el hombre que lograría alcanzar Júpiter y luego superar la frontera del sistema solar. El 6 de abril de 1973 lanzaban la Pioneer 11, también a Júpiter y mas tarde a Saturno. El 21 y 25 de julio y el 5 y 9 de agosto de ese año los soviéticos lo hacían con la Mars 4, 5, 6 y 7 con destino Marte, y el 3 de noviembre los americanos con el Mariner 10 a Venus y Mercurio. El 8 y 14 de junio de 1975 despegaban las Venera 9 y 10 (soviéticas) rumbo a Venus, y el 20 de agosto y 9 de septiembre las Viking 1 y 2 (americanas) a Marte.

En mis primeros cuatro años de vida se lanzaron 11 sondas espaciales, se visitaron por primera vez tres planetas (Mercurio, Júpiter y Saturno) y se aterrizó en dos mas (Venus y Marte). Supongo que todo aquel torrente de efemérides increíbles y excitantes y las maravillosas fotografías que las acompañaron lograron impactarme de tal modo la imaginación que mi mente y mi corazón quedaron atrapados para siempre por la fascinación de la astronomía. Demasiado pequeño para saber el significado de aquellas cosas, los nombres de los planetas se convirtieron en sinónimo de asombro y maravilla.


Antes de aprender a leer ya rebuscaba entre las ilustraciones de los libros de mis padres tratando de encontrar fotografías o dibujos de Marte, la Luna, Júpiter ... Pero sobre todas las cosas, Saturno. Con sus anillos orbitándole, era la quintaesencia misma de lo extraordinario y su sola visión trasportaba mi imaginación a través del espacio infinito. Mas tarde, cuando aprendí a desentrañar el secreto de la palabra escrita, los textos al pie de aquellas ilustraciones me descubrieron que además era un mundo inconcebiblemente grande (aunque también descubrí con frustración que no era el mayor de todos) y que estaba acompañado de mas de una decena de satélites, entre ellos uno llamado Titán; ¡qué increíble sería ver aquel cielo lleno de lunas!.

Y en esas, tal día como hoy de hace exactamente 30 años, otra sonda espacial, la Voyager 1 llegó hasta él. En realidad yo no me enteraría hasta el día siguiente, el 13 de noviembre cuando mi madre me anunció que en el telediario habían contado que una nave espacial había pasado junto al planeta y había transmitido increíbles fotografías de sus anillos en las que se veía que cada uno de ellos estaba en realidad formado por miriadas de otros mucho mas pequeños apiñados unos junto a otros. Asombrada, me describió una foto en la que los anillos parecían la superficie de un disco de vinilo "con mas colores que el arco iris".

Carl Edward Sagan (1934-1996) autor de Cosmos, en un fotograma de la serie.

En los días siguientes asistí hipnotizado al desfilar de imágenes y datos, y algo indefinible empezó a agitarse en mi interior. Algo que trataba de tomar forma, de lograr expresión y salir a la luz. Y al fin lo hizo unos pocos meses mas tarde, en agosto de 1981 cuando, por pura casualidad, vi el primer capítulo de la serie documental Cosmos, la genial obra de Carl E. Sagan. Entonces, toda la fascinación y el asombro que durante aquellos 9 años había desarrollado por las astronomía cobraron sentido al descubrir que la ciencia era un modo de vida, que descubrir el mundo era una forma de estética, que existía una armonía sublime entre lo inmenso, el Universo, y lo humilde y cotidiano, la vida misma, nuestra vida como individuos.

A partir de ese momento supe lo que quería hacer con mi vida y dónde estaría el refugio seguro para mi alma; para siempre, entre las estrellas. Hay que ver lo que pueden hacer los anillos de un planeta ...

Por increíble que pueda parecer, es posible fotografiar los anillos de Saturno e incluso su mayor satélite, Titán, con un simple teleobjetivo (y mucha paciencia), en este caso un 350 mm a f:5, con 1/40 s y 2 s de exposición respectivamente. Titán es el pequeño trazo abajo a la izquierda junto a Saturno. Se puede apreciar que está en el mismo plano que los anillos del planeta.

P.D.: 30 años, ¡madre mía, como pasa el tiempo!

5 comentarios:

  1. Debo haber visto esta foto de los anillos cientos de veces. Recuerdo que lo que más me impresionaba era saber que tanto las Pioneer como las Voyager fueron lanzadas hacia los confines del Sistema Solar con un mensaje para los posibles extraterrestres. Aunque finalmente nos autodestruyamos, estas máquinas quedarán como testigo de que algo bueno supimos hacer.

    Muy chula la foto de Saturno!

    ResponderEliminar
  2. En realidad esta es la versión que tomó la Voyager 2 en 1981. Me hubiese gustado encontrar la original del Voyager 1, la que hizo exclamar a mi madre que había en ella mas colores que en el arco iris.

    Por cierto, no sé si sabe que circula por ahí una versión web con la banda sonora original que Sagan y compañía introdujeron en el disco de la Voyager. Si le interesa y no lo conocía, aquí está. El proceso de creación del disco está bellamente descrito e "Murmullos de la Tierra", del propio Sagan.

    ResponderEliminar
  3. Deberíamos hacer un club de "impactados por la serie COSMOS", para mi fue un hito.Aun recuerdo como muchos años después un listillo me dijo que a que no sabía porque google se llamaba así, desempolve mis recuerdos de COSMOS y le explique lo que era un googol, died elevado a diez elavedo a diez, lo que no pudieron mis profesores lo pudo la buena televisión.

    ResponderEliminar
  4. ¿Y recuerdas el Googolplex?; Diez elevado a un googol, un número tan inmenso que es mayor que la suma de todas las partículas elementales del Universo. Y una pequeña palabreja basta para definirlo ... Es fascinante que nuestro cerebro nos permita hacer una abstracción semejante.

    ResponderEliminar
  5. Comentar también aquí, en este lugar y en este preciso momento, cómo puede cambiar la vida de las personas por un suceso, una idea o por leer un libro. Como es mi caso, que siempre quise dedicarme a escribir, se me daban mal las ciencias y después de leer la Historia del Tiempo de Hawking y acercarme al mundo de la Astronomía y la Astrofísica, acabé licenciado en Físicas y derivando todos los matices de mi vida con esa elección.
    Soy de la opinión que aquel que no es capaz de quedarse maravillado simplemente contemplando un cielo repleto de estrellas, no está realmente del todo vivo, porque ni aun por un instante, siente la verdadera profundidad de la palabra existencia.

    ResponderEliminar