"Háblame, oh Musa, y cuéntame del hábil varón que en su largo extravío, tras haber arrasado la

sagrada ciudadela de Ilión, conoció las ciudades y el ingenio de innumerables gentes".

Homero
, Odisea, Canto I



miércoles, 10 de agosto de 2011

Añoranza del Mar ...



Cuatro semanas desde que dejé de nuevo Ithaké ... y ya añoro el Mar y el Viento.

Me pregunto que pensarán las sargantanas mientras contemplan el gran azul sobre la roca blanca del acantilado bajo el sol del atardecer, mientras dejan pasar las horas; si se acordarán de cuando mi pequeño y yo las incordiábamos recogiendo pequeñas piedrecitas del terreno para arrojarlas al vacío.


El turista no suele comprender el lugar que visita porque la tierra hay que escucharla, un arte que perdemos a marchas forzadas en este mundo de hoy; ya apenas sabemos escucharnos unos a otros. Hay que sentarse a sentirla, dejar que el tiempo pase, pero no para que se cumplan las etapas de ese tiempo que llamamos vacaciones, si no para esperar que se nos filtre a su ritmo, que nos empape, que nos cale. El premio (y el precio) es que tu alma nunca mas pueda alejarse.

Y la añoranza surge de ahí, de la distancia entre nuestro cuerpo y nuestra alma.


Esa isla pequeña y frágil pero brava, cada día mas tomada por bárbaros con bufandas de Armani. Esa roca mágica llena de leyendas y huellas de tan antiguo. Ese lugar del mar, de la luz y el viento ... ¡Qué largo se hace el tiempo esperando el retorno!

2 comentarios:

  1. Escuché la tierra de Sagres y el Cabo de San Vicente durante un día entero así, sentado mirando al océano, y no sabes lo que necesito volver. Varops acontecimientos negativos sobrevinieron justo a la vuelta, y mi mujer ha cogido ese miedo irracional...

    Horas viendo el arco iris en las olas dieron para enriquecer el alma de los más viles, y por supuesto la mía.

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  2. Pues si que lo siento (lo de los acontecimientos negativos y lo del miedo).

    Escuchar la tierra es un arte difícil. Yo lo ejercito tratando de sentirme piedra y escuchando el viento. Otra técnica (muy poderosa) es tumbarse bocarriba bajo las estrellas y tratar de sentir la rotación del planeta y la tridimensionalidad del espacio (es decir, que el cielo deje de ser una superficie plana que está "arriba" y se convierta en un espacio con profundidad hacia el que nos dirigimos, que está "delante"). Requiere un elevado grado de concentración y relajación pero la experiencia es ... indescriptible.

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