"Háblame, oh Musa, y cuéntame del hábil varón que en su largo extravío, tras haber arrasado la

sagrada ciudadela de Ilión, conoció las ciudades y el ingenio de innumerables gentes".

Homero
, Odisea, Canto I



martes, 20 de septiembre de 2011

Caserío Benalí (II): Bajo la Luna y las estrellas



No es mi tierra, Valencia, lugar que pueda presumir de cielos nocturnos libres de contaminación luminosa. Sin embargo, existen en ella lugares que, si bien no escapan de ese mal, al menos lo compensan con una indudable fotogenia. De éste en concreto ya les introduje hace algún tiempo.

Pasé allí un fin de semana a principios de año y el buen tiempo me dio la posibilidad de hacer fotografía nocturna. No obstante, era una noche de luna y la contaminación luminosa de Valencia resultaba sumamente impertinente (¡pese a estar a 50 km!). Pero dicen que el carácter se forja en las adversidades y lo cierto es que, en lugar de lamentarme, decidí sacar provecho a ambas cosas e incluso me atreví a un experimento. 


La Luna, Júpiter y el Árbol de la Vida

La primera foto es el resultado de aplicar una técnica de reducción de contaminación luminosa que desarrollé y expliqué hace algún tiempo (pero que todavía no había puesto a prueba con una toma "de verdad"). Y lo cierto es que estoy contento, pese a que sigo sin resolver la cuestión de como "salvar" la luminosidad de la Vía Láctea (machacada junto al resto, por desgracia).

Las dos últimas, en cambio, tratan de aprovechar la contaminación luminosa para crear un efecto estético (el extraño cromatismo que introducen en la atmósfera). Es decir: si no puedes con tu enemigo, únete a él.

Al fondo Valencia, orgullo de sus gobernantes, escarnio de las almas sensibles.

Ontinyent y ¡Yecla!, compitiendo por ser protagonistas del cielo bajo la atónita mirada de Orión y el círculo de piedra.

  

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