"Háblame, oh Musa, y cuéntame del hábil varón que en su largo extravío, tras haber arrasado la

sagrada ciudadela de Ilión, conoció las ciudades y el ingenio de innumerables gentes".

Homero
, Odisea, Canto I



miércoles, 4 de septiembre de 2013

Montoro de Mezquita: regalos de lluvia y otros pequeños tesoros


 El valle del Guadalope a su paso por Montoro de Mezquita, encajonado entre dos estrechas gargantas
 que lo cierran como a un pequeño cofre.

 Siempre que viajo a Montoro de Mezquita, un pequeño pueblo en el noroeste del Maestrazgo de Teruel, mi prioridad es la fotografía de las estrellas. No en balde sus cielos son de los de mejor calidad de toda la península por su bajo nivel de contaminación luminosa. Pero a veces los planes se tuercen y el cielo se cierra a cal y canto y te deja con el equipo compuesto sin llegar a poderlo sacar del maletero.


Pero a veces, si no te empeñas en lamentarte y dejas que tus ojos deambulen lenta y libremente, descubres que a pocos pasos una infinidad de diminutas maravillas, de pequeños tesoros, se extiende sin pompa ni boato pero llena de belleza. Y simplemente tienes que pulsar el disparador: las fotos se hacen solas. Muy malo ha de ser uno para que no salgan hermosas.



Montoro de Mezquita es como un pequeño cofre de tesoros humildes; de flores, mariposas, rocas, fósiles, aves, historia. De gente, muy buena gente, como Mari Carmen, José Luís e Isabel. Y de estrellas, pero para ése tendré que esperar a otra ocasión.